La Agenda 2030, presentada como un plan para un futuro sostenible, podría estar allanando el camino hacia una sociedad homogénea y fácilmente manipulable. A través del control de la narrativa, la censura de voces críticas y la vigilancia digital, se están limitando las libertades individuales en nombre del bienestar colectivo. La digitalización y la centralización del poder favorecen un sistema donde la privacidad y la autonomía quedan subordinadas a intereses globalistas. ¿Estamos realmente construyendo un futuro mejor o encaminándonos hacia una prisión global disfrazada de progreso?